Esencia del Arcángel Uriel
Uriel: El fuego de Dios, luz de Dios, llama de Dios, y es la luz del Sol lo que descubres con , tu ser está lleno de amor y calor. El amor sana toda herida y abre los ojos de la Belleza eliminando toda fantasía y neurosis

Uriel: El fuego de Dios, luz de Dios, llama de Dios, y es la luz del Sol lo que descubres, tu ser está lleno de amor y calor.
Desarrolla la capacidad de sentir y recibir el amor, las creencias en el amor son disueltas, lo que separa se repara y sana. El amor disuelve cualquier carencia: Soledad, rechazo, falta de amor, tristeza, la hostilidad, humillación.
La fantasía a menudo compensa lo que la identidad necesita. Así es amado.
La esencia de Uriel desarrolla la capacidad de acabar con la discrepancia entre identidades, aporta serenidad y paz.
La mente es el puente que crea el ego. Elimina las neurosis y obsesiones, integrando al amor divino los fragmentos astrales y deseos insatisfechos. Su frecuencia anaranjada desaloja los contaminantes mentales, astrales y físicos personales y grupales. Su cálida luz purifica, reconecta a la consciencia solar aplicando la justicia divina.
Creando el gran huevo de luz naranja, introduciendo cada parte separada se logra la unión a todo el ser. Reparar las fisuras incluye lo marginal, lo rechazado, omitido y abandonado, todas las identidades que están separadas.
El alineamiento divino limpia el canal abriendo la receptividad a la luz y a las iniciaciones.
Uriel promueve una gran alegría y amor a sí mismo, el auto cuidado y contacto interno y físico. Trabaja abusos sexuales y físicos, la relación al placer y a la ternura, el contacto y los besos.
Es una energía con una dinámica sumamente femenina. Su lenguaje es el amor y el cariño, por eso la importancia de estar templado y conocer los límites con lo externo.
Esencia del fuego del amor, la serenidad, la tolerancia y la paciencia. Permite abrirse a lo divino y a las personas.
Llena la mente de Belleza haciendo visibles los sentimientos más bonitos. Poco a poco la ternura va volviéndose la mirada, los cuerpos se unifican desde el espíritu hasta la tierra, abriendo la comunicación amorosa entre los cuerpos, y unificando su actividad simultánea y amorosa. Restaura los cuerpos de las rupturas y separaciones y se restablece el contacto con los cuerpos de luz.
Al paso del tiempo el aura se vuelve más y más naranja, donde se puede iniciar una experiencia mágica y el alma brilla como un sol.